Por: El Tiempo
Los caballos deben ser remplazados. Ellos son de campo abierto, no de calles atestadas.
Las llamadas 'zorras' son parte del paisaje de una Bogotá del siglo pasado, casi como el tranvía o el trolley. Ese fue uno de los primitivos métodos de transporte de distintas mercaderías, por ejemplo del carbón con que se cocinaba en aquella casi aldeana ciudad. Pero hoy son también expresión de pobreza, de informalidad, de rebusque, hasta de atraso.
Las 'zorras' no tienen buen ambiente en una ciudad con graves problemas de insuficiencia vial, de inmovilidad, y que busca modernizar sus sistemas de transporte. Causan trancones, dejan basuras a su paso y muchos 'zorreros' tiran los escombros en lotes baldíos. Y aparte de ello, aquí sí que se da un constante y a veces inhumano maltrato a los caballos -no se sabe con exactitud cuántos son, pues algunos de sus dueños no se han dejado censar-, que trabajan largas y extenuantes jornadas.
Muchos 'Rocinantes', que no conocen qué son las políticas del buen trato, se ven por las calles mal alimentados, haciendo esfuerzos supremos para transportar pesadas cargas. Algunos han caído muertos en plena vía y otros han sido atropellados por los carros o causan accidentes. En todo caso, van, resoplantes, entre los vehículos aspirando monóxido.
Todo esto está diagnosticado. Por eso, desde hace ocho meses existe el Decreto 1666, de carácter nacional, que ordena sustituir, a partir del próximo 31 de enero, este medio de transporte en las ciudades. Sin embargo, aquí camina sobre ruedas un problema social. De las 'zorras' depende la subsistencia de muchas familias de estrato bajo (cerca de 2.400) en Bogotá.
El secretario de Gobierno, Antonio Navarro Wolff, pidió un año más. Pero la alcaldía bogotana debe tomar las riendas y apurar la solución, empezando por una opción de empleo a los conductores, que tampoco muestran voluntad. Ellos, asociados y con capacidad de convocatoria, como lo vimos el lunes, han rechazado la alternativa de los motocarros, alegando que este sistema es más costoso -de hecho, el animal no consume gasolina- y no lleva el peso que jala el equino. Bogotá tiene 15 mil millones para esta tarea. Y sin atropellar a los 'zorreros', la salida del vetusto medio no da más espera. Medellín dio el ejemplo. Los caballos deben ser remplazados. Ellos son de campo abierto, no de calles atestadas.
Publicado originalmente el 17 de enero de 2012.
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